Japón esperaba el domingo que el reabastecimiento de energía a un devastado reactor nuclear ayudara a resolver la peor crisis atómica en 25 años, desatada por un terremoto y posterior tsunami que dejó más de 21.000 personas muertas o desaparecidas.
Los japoneses, que enfrentan su momento más difícil desde la Segunda Guerra Mundial, están conmocionados por la batalla que se libra para evitar la mortal radiación en los seis reactores de la planta Fukushima, además de la creciente cifra de muertos a causa del desastre del 11 de marzo.
Se estima que la tercera mayor economía del planeta sufrió daños por 250.000 millones de dólares, con ciudades completas desaparecidas en la región de la costa noreste.
Aliviando el pesimismo por un instante, la televisión local mostró un relato increíble de sobrevivencia: una anciana de 80 años y su nieto de 16 fueron hallados vivos tras nueve días bajo los escombros casi congelados de su casa.
En Fukushima, unos 300 ingenieros luchan dentro de la zona de peligro por salvar la planta Fukushima de seis reactores nucleares, en la peor crisis nuclear mundial desde Chernóbil hace 25 años.
Mientras lanzaban agua de mar al complejo costero para que las varillas de combustible no se sobrecalienten, sus esperanzas de una solución más permanente depende de la conexión de cables de electricidad para reactivar las bombas de agua de cada uno de los seis reactores.
"Creo que la situación está mejorando paso a paso", dijo el subsecretario del gabinete, Tetsuro Fukuyama, en una rueda de prensa.
Los trabajadores, que encaran altos niveles de radiación pese a que visten trajes sellados con fuertes cintas adhesivas, lograron conectar cables de electricidad a los reactores número 2 y número 5.
El operador de la planta, Tokyo Electric Power Company (TEPCO), espera extender la electricidad al reactor número 1, que está conectado por un cable al reactor 2, para posteriormente probar los sistemas durante el lunes.
La agencia de supervisión atómica de Naciones Unidas en Viena dijo que hubo desarrollos positivos en las últimas 24 horas, pero que la situación en general seguía siendo seria.
Si las bombas no logran ser reiniciadas, se necesitarán medidas drásticas y extensas, como enterrar la planta en arena y concreto.
Incluso si la situación es contenida, los casos de vegetales, polvo y agua contaminados seguirán elevando los temores, pese a que funcionarios sanitarios japoneses insisten en que los niveles no son peligrosos.
El Gobierno prohibió la venta de leche cruda proveniente de la prefectura de Fukushima y la espinaca de cualquier zona cercana, añadiendo que podría anunciar nuevas restricciones sobre alimentos el lunes.
Graham Andrew, funcionario de alto rango de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por su sigla en inglés), dijo que los niveles de radiación en grandes ciudades japonesas no habían cambiado y permanecían debajo de los niveles peligrosos.
Andrew agregó que la IAEA pudo confirmar que en algunas áreas cerca de la planta se ha detectado yodo radioactivo en vegetales frescos y que la radioactividad no ha contaminado alimentos fuera del país.
"La radioactividad de esta emergencia no ha afectado alimentos producidos en cualquier otro país", sostuvo el funcionario de la IAEA.
Se encontraron pequeñas trazas de yodo radiactivo en Tokio, 240 kilómetros al sur de la planta. Muchos extranjeros y residentes abandonaron la capital. Quienes se quedaron se encuentran cabizbajos pero tranquilos.
"No hay forma de que pueda revisar si estas partículas radiactivas están en mi agua corriente o la comida que como, por lo que no hay mucho que pueda hacer", declaró Setsuko Kuroi, una mujer de 87 años que compraba en un supermercado con una mascarilla blanca sobre su rostro.
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