Se acaba de desatar una nueva fiebre del oro. Es la lucha de las multinacionales por conquistar a la emergente clase media de África.
Son las personas que envían mensajes de texto con sus teléfonos celulares, acuden a los restaurantes y se abastecen en los supermercados.
En Kenia, una batalla entre las subsidiarias de la británica Vodafone Group PLC y la india Bharti Airtel Ltd. ha reducido el costo para los consumidores de un mensaje de texto a un centavo de dólar.
El grupo estadounidense de comida rápida Yum Brands Inc. anunció recientemente su intención de duplicar los restaurantes de la cadena KFC en África en los próximos años, llegando a 1.200 locales.
El gigante minorista Wal-Mart Stores Inc. ofreció casi US$2.500 millones, para quedarse con 51% de la cadena sudafricana de supermercados Massmart Holdings Ltd. Su idea es utilizarla como punta de lanza en su expansión por el continente. Andy Bond, vicepresidente ejecutivo regional de Wal-Mart para la región, describe el potencial africano como "una apuesta a 10 o 20 años".
Algunos analistas opinan que el surgimiento de un mercado de 1.000 millones de consumidores ya es una realidad. McKinsey & Co. señala que el número de consumidores de clase media en África, es decir aquellas familias con ingresos suficientes para gastar en algo más que en los artículos básicos, ya superó al de India. La consultora predice que el gasto de los consumidores africanos bordeará los US$1,4 billones (millones de millones) en 2020, frente a los US$860.000 millones de 2008.
Aunque los recursos naturales siguen captando el grueso de la inversión extranjera, la aparición de una nueva clase consumidora empieza a reequilibrar la balanza. Entre 2000 y 2009, la inversión extranjera directa en África se sextuplicó para llegar a los US$58.560 millones, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
La cifra, no obstante, incluye una brusca caída durante la crisis financiera ya que la inversión en 2008 había llegado a US$72.180 millones. Un creciente porcentaje de la inversión extranjera directa ha ido a parar a sectores como las manufacturas y los servicios. El valor de las fusiones y adquisiciones en el sector manufacturero, por ejemplo, llegó al récord de US$16.000 millones en 2008.
Mientras la inversión total retrocedió en África en 2009, en medio de la crisis financiera, la orientada a los servicios repuntó. Vodafone, por ejemplo, inyectó US$2.400 millones para elevar su participación en el mayor operador sudafricano de telefonía móvil por número de abonados.
Los altos precios de los commodities han ayudado a sostener la robusta expansión de los países que tienen recursos naturales en abundancia. El crecimiento ha ido de la mano con una mejor infraestructura, gobiernos más eficaces y la creación de empleos generados por la inversión privada. El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que el Producto Interno Bruto de los 47 países del África subsahariana subió 5% el año pasado y pronostica una expansión de 5,5% para 2011.
Sin embargo, todavía queda un largo camino por delante para que África se transforme en la nueva Asia. La economía de Zimbabue se contrajo a la mitad entre 2000 y 2008, un período de constante inestabilidad política en un país que en un momento fue el granero del sur de África. Costa de Marfil, un gran productor de cacao, está en medio de la última disputa electoral del continente, con dos candidatos que reclaman la presidencia.
La pobreza, asimismo, sigue siendo rampante y África ocupa el último lugar en el ránking del Banco Mundial sobre Facilidad para Hacer Negocios, que considera criterios tales como los impuestos, el cumplimiento de los contratos y la protección de los inversionistas.
Muchos gobiernos africanos están siendo presionados para crear empleos, aunque eso requiera otorgarles a las compañías extranjeras un rol más preponderante en la economía.
Trevor Manuel |
Un estudio sobre el transporte en África Occidental realizado el año pasado por la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos encontró que Togo tenía 5,7 puestos de control cada por cada 100 kilómetros en los cuales la solicitud de sobornos por US$25,62 produjo demoras de más de 2 horas.
En el vecino Benín, las esperas en los puestos de control no son tan largas pero los conductores de camiones tienen que pagar US$95,03 cada 100 kilómetros.
En el corto plazo hay quienes creen que las oportunidades más prometedoras en África no están en los centros comerciales sino debajo del suelo y en el lecho marino, donde las grandes petroleras y mineras llevan años trabajando.
Numerosos gigantes del consumo, sin embargo, son más optimistas. El conglomerado de licores Diageo PLC, entre cuyas marcas figuran la cerveza Guinness y el whisky Johnnie Walker, está en más de 40 países africanos. El coloso de alimentos procesados Nestlé SA, que construyó su primera planta africana en 1927, tiene más de dos decenas de fábricas en el continente.
El crecimiento les está cambiando la cara a los países donde estas compañías operan.
En Etiopía, que todavía recibe alrededor de US$1.000 millones al año en ayuda de Estados Unidos, existe un creciente nicho de jóvenes profesionales que viven en las ciudades. En los últimos cinco años, la economía ha promediado un crecimiento de dos dígitos al año, impulsada por los servicios, la agricultura y la construcción de infraestructura.
El crecimiento económico ha motivado el regreso de una parte de la diáspora etíope, que había abandonado este país con tendencia a la hambruna. Quienes retornan aportan destrezas especiales y capital.
"Creo que estamos en vísperas de una gran transformación", dice Eleni Gabre-Mahdin, una ex funcionaria del Banco Mundial que ahora dirige la primera bolsa de materias primas de Etiopía.
Wall Street Journal
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