Apoyadas en la sostenida demanda China, las economías
sudamericanas crecen como si estuvieran inmunizadas ante la crisis que
afecta a la Unión Europea y Estados Unidos.
Los expertos afirman que el
gigante asiático tiene en brazos a estos países proveedores de
interminables volúmenes de alimentos y minerales. Sin embargo, no todas
son buenas noticias. La región avanzó hacia un mejor balance fiscal y un
menor endeudamiento, pero a mediano plazo ofrece aún flancos débiles.
«La crisis del euro plantea oportunidades y riesgos para
América Latina», apunta el economista argentino Bernardo Kosacoff,
profesor de la Universidad Torcuato Di Tella. «Hoy hay un mundo más
competitivo, con precios más bajos, y otro que se desacelera y trae un
impacto negativo. En ese escenario -apunta-, la región está en una
posición más favorable, pero en un mundo mucho más complejo».
Por su parte, el economista ecuatoriano Leonardo Suárez,
de la Universidad de Guayaquil, estima que «China va a salir a rescatar a
los emergentes que lo proveen de 'comodities' (productos básicos) y eso
es bueno para América Latina, pero hay también riesgo de que la crisis
del euro afecte decisiones de inversión, cambie expectativas y provoque
devaluaciones en nuestra región».
A su juicio, el comercio no lo es todo. «El contacto
financiero es mucho más relevante. Ya lo hemos visto en los últimos
meses; cualquier crisis hace pedazos a los mercados bursátiles. Por eso
creo que, aún cuando hoy la amenaza es menor que hace un tiempo, si la
crisis del euro se profundiza el impacto se va a sentir», advirtió.
Frente a los riesgos, los latinoamericanos están optando
por unirse y, al mismo tiempo, tomar distancia de los países más
afectados. En las últimas cumbres, consolidaron la UNASUR (Unión de
Naciones Sudamericanas) y el Mercosur, y crearon una nueva Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños, sin EE UU ni Canadá.
Según el balance de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), la región creció un 4,3% en 2011, menos que
el año anterior (5,9%) pero más de lo que se espera para 2012, que sería
un 3,7% en el mejor de los escenarios, es decir, con la UE y Estados
Unidos estabilizándose.
En general, los países mejoraron también fuertemente su
solvencia. Entre 2000 y 2007, la región redujo su endeudamiento en 15
puntos del Producto Interior Bruto conjunto y pasó de un déficit fiscal
medio del 2,4% a un superávit del 0,4%. Todos incrementaron sus
reservas. Por ejemplo, solo Brasil pasó de 37.000 a 260.000 millones de
dólares desde 2003.
Con esa economía más saneada, los gobiernos emprendieron
políticas sociales que apuntaron a crear empleo, aumentar salarios y
transferir ingresos hacia los más pobres. La pobreza y la indigencia
cayeron a los niveles más bajos de los últimos 20 años y se creó un
mercado interno fuerte, que contribuye a su vez a sostener la demanda.
Si el análisis se hace en bloques, la dinámica difiere
entre Sudamérica por un lado, y Centroamérica, México y el Caribe por el
otro. México, que destina el 80% de sus exportaciones a Estados Unidos,
se ve más afectado que Argentina, Brasil, Chile o Perú, que colocan la
mayor parte de sus productos en China. Por eso, para Suarez, las
inversiones irán a estos últimos países, que tienen asegurado el mercado
en Asia.
A nivel comercial, en casi una década el intercambio de
la región con China se triplicó con creces. Este fenómeno ahora resulta
un salvavidas, pero plantea interrogantes en caso de una desaceleración
de la potencia asiática. Para no caer en el vacío, la región debería
avanzar en un desarrollo industrial. En esto, «Argentina y Brasil
podrían mejorar mucho su productividad», sostiene Rubens Ricupero, ex
ministro de Finanzas de Brasil.
En cambio, la entrada masiva de capitales 'golondrina'
-inversiones que buscan ganancias rápidas- no es lo que necesita la
región. Este fenómeno está perjudicando ya la competitividad de Brasil,
donde hay fábricas convirtiéndose en importadoras, alerta Ricúpero, que
fue también secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Comercio y Desarrollo.
Para él, no se trata de negar las ganancias que dejan las
materias primas, si bien la industria -advierte- es la que tiene el
efecto de diseminar el desarrollo a toda la economía y la sociedad. Y
eso no es lo que pasa hoy en Brasil, uno de los países que menos creció
en 2011. Así, mientras que su vecina Argentina avanzó un 9%, ella lo
hizo un 2,9% y este ritmo puede marcar la suerte futura de la región.
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