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11 dic 2011

Regresa a Panamá el exdictador Manuel Antonio Noriega

Lo espera una austera celda en la prisión El Renacer. Fue condenado a 60 años de prisión por los asesinatos de su régimen.

Ya cumplió condenas en Estados Unidos y Francia. Ahora, Manuel Antonio Noriega le rendirá cuentas a su propio pueblo.

El exhombre fuerte de Panamá, un personaje clave de la Guerra Fría, que en algún momento fue aliado importante de Estados Unidos antes de ir a parar a la cárcel por crímenes de guerra, narcotráfico y lavado de dinero, regresó a su país para enfrentar a la justicia, tras pasar más de 20 años en prisiones de Estados Unidos y Francia, destacó AP.

En Panamá tiene pendiente una condena en ausencia por la matanza de dos opositores políticos en la década de 1980 y no se descarta que sea juzgado por otros delitos.

Noriega, de 77 años, fue sentenciado a 20 años de cárcel por cada uno de los dos casos ya juzgados y las autoridades panameñas dicen que será alojado en una prisión apenas llegue. Resta por verse si el exgeneral, llamado "Cara de Piña" por las marcas que tiene en el rostro, puede acogerse a una ley por la cual las personas mayores de 70 años son autorizadas a cumplir sus condenas bajo arresto domiciliario.

Ya comenzó su traslado a prisión, minutos después de su llegada por vía aérea a Ciudad de Panamá, procedente de París (Francia) vía Madrid (España).

Numerosos panameños quieren que el hombre que robó elecciones y despachó matones para golpear a sus rivales políticos pague sus culpas en su tierra. Su retorno, sin embargo, no parece estar reabriendo viejas heridas y encendiendo las pasiones, aunque el sociólogo e investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) Marco Gandásegui cree que "puede despertar algunos antagonismos políticos".

Noriega fue derrocado y apresado en una invasión estadounidense en 1989.

"Fue responsable de la invasión y de los muertos que hubo en esa acción. No le hizo honor a su uniforme, no hizo un solo disparo y se escondió", comentó Hatuey Castro, de 82 años, una figura de la oposición que fue detenido y golpeado por matones del gobierno en 1989.

La invasión y su arresto pusieron fin a una de las sagas más impactantes de la Guerra Fría. Noriega comenzó a trabajar para los servicios de inteligencia de Estados Unidos cuando estudiaba en una academia militar en Perú, según Everett Ellis Briggs, embajador estadounidense en Panamá entre 1982 y 1986.

Trepó en la estructura militar panameña en los años 70 y 80, al tiempo que cooperaba estrechamente con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y ayudaba a Washington a combatir los movimientos izquierdistas de América Latina ofreciendo información y asistencia logística. También facilitó calladamente contactos entre Estados Unidos y gobiernos hostiles como el de Cuba.

Noriega, sin embargo, jugaba a dos puntas. También comenzó a trabajar para el Cartel de Medellín y ganó millones de dólares transportando cocaína a Estados Unidos, según las autoridades estadounidenses.

"Ofrecía sus servicios a un montón de gente", declaró Briggs.

Estados Unidos no tomó medidas por temor a comprometer la seguridad del Canal de Panamá y la estabilidad de América Central, agregó el diplomático.

"Predominaba la impresión de que no era el momento de destapar esto", indicó.

Al desvanecerse la Guerra Fría y cobrar ímpetu la lucha contra el narcotráfico en Estados Unidos, aumentaron las tensiones entre los norteamericanos y Noriega. La situación se agravó cuando un jurado investigador estadounidense dispuso que Noriega fuese enjuiciado por delitos vinculados al narcotráfico en 1988. Los roces se incrementaron y un soldado estadounidense estacionado en Panamá murió en un enfrentamiento con fuerzas locales. El presidente estadounidense George H.W. Bush padre acusó a los hombres de Noriega de maltratar a un marino de Estados Unidos y a su esposa.

La escalada alcanzó su punto culminante el 20 de diciembre de 1989, cuando más de 26.000 soldados estadounidenses avanzaron hacia la ciudad de Panamá y libraron combates con fuerzas leales a Noriega en los que fueron destruidos sectores enteros de la capital.

En la operación fallecieron 314 soldados panameños, 223 estadounidenses y unos 200 civiles.

Noriega se escondió en un barrio destruido por los bombardeos y buscó refugio en la embajada del Vaticano, la cual fue rodeada por soldados estadounidenses que hicieron sonar una música de rock atronadora mientras duró el episodio.

El militar se entregó el 3 de enero de 1990 y fue trasladado a Miami para ser enjuiciado por narcotráfico.

Bush recibió muchos elogios por el éxito de la operación y su popularidad aumentó.

Algunos sectores, no obstante, estimaron que su predisposición a usar la fuerza para derrocar líderes extranjeros sentaban un peligroso precedente, especialmente tratándose de alguien que Estados Unidos había apoyado por tantos años. La Asamblea General de las Naciones Unidas dijo que la invasión había constituido una "flagrante violación de las leyes internacionales y de la independencia, soberanía e integridad territorial" de un estado.

Noriega fue condenado dos años después de la invasión y sirvió 17 años de prisión en una cárcel de mínima seguridad en las afueras de Miami, donde recibió trato especial por ser prisionero de guerra. Tenía su propio bungalow, con televisión y equipo para hacer ejercicios.

Al completar su sentencia, fue extraditado a Francia, donde se lo halló culpable de lavar millones de dólares del tráfico de drogas a través de tres bancos franceses y de comprar tres departamentos de lujo en París con dinero mal habido.

Noriega sufre de hipertensión y de una parálisis parcial como consecuencia de un derrame sufrido hace varios años, según sus abogados de Francia.

Regresa a un país con una economía floreciente, impulsada mayormente por la devolución a Panamá del Canal y de las bases militares y las tierras que lo rodean en el año 2000. A partir de entonces comenzó un fuerte crecimiento impulsado por un boom en la construcción e inmobiliario, con el levantamiento de rascacielos, así como el crecimiento de sectores como el turismo, el movimiento de carga en los puertos y el Canal de Panamá. En los últimos años se pusieron en marcha grandes proyectos, incluida la ampliación del canal por un costo de 5.250 millones de dólares.

Rolando Gordón, decano de la facultad de Economía de la estatal Universidad de Panamá, sostiene que la devolución por parte de Estados Unidos de estratégicos territorios e instalaciones militares aledaños al Canal ha sido la base del crecimiento sostenido que ha tenido Panamá en la última década.

"Panamá recuperó en el año 2000 una gran cantidad de tierras edificaciones de la antigua ex zona del canal", expresó Gordón. "Fueron 14 bases militares donde había todo tipo de infraestructura, lo que podríamos llamar un capital en desuso que estaba en puntos estratégicos del comercio internacional Panamá", acotó.

El regreso del ex dictador "debería poner fin a un capítulo de la historia que no queremos se vuelva a repetir", declaró el exministro de Relaciones Exteriores de Panamá Samuel Lewis, cuya familia tuvo que irse del país por oponerse a Noriega.

"Ojalá podamos dejar atrás este capítulo de la historia y enfocarnos en el futuro", señaló Lewis.

Panamá, pese a todo, sigue siendo un punto de escala del tráfico de drogas y abunda el lavado de dinero. Hay delincuencia callejera y mucha desigualdad. Algunos sectores añoran la época de Noriega.

Julio Rangel, pintor de 63 años que vende sus cuadros en un parque del Casco Antiguo de la capital, dice que "Noriega no representa ningún peligro para este pueblo. Sus culpas debe pagarlas aquí, él es panameño y tiene todos los derechos como panameño".

"Lo que querían los norteamericanos era destruir las fuerzas de defensa (el Ejército panameño)2, añadió.

Omar Rodríguez, un vendedor de "raspado" de 60 años, afirma que en la época de Noriega "había más trabajo, no había delincuencia como ahora".

"No puedo hablar mal de él", expresó.

Noriega tienen pendientes condenas por los asesinatos del comandante militar Moisés Giroldi, muerto en una fallida rebelión el 3 de octubre de 1989, y Hugo Spadafora, un político opositor que fue hallado decapitado en la frontera con Costa Rica en 1985.

También podría ser juzgado por las muertes de otros opositores.

"Viene a cumplir sus condenas y eso es importante para las familias de las víctimas", manifestó el ex procurador general Rogelio Cruz. "Es un individuo que prefirió entregarse a las autoridades estadounidenses antes que a las autoridades panameñas pensando que le iba a ir mejor en Estados Unidos que en Panamá".

"Tiene importancia su presencia aquí en la medida que cumpla con la justicia por las condenas que tiene y los procesos que aún debe enfrentar", agregó.

Un opositor llamó a los panameños a recibirlo con cacerolazos desde sus casas, como muestra de repudio.

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